La fuerza detrás del «no»

No es raro encontrar trabajos donde se piden cosas que muchas veces están en el límite de la ética personal, creencias o principios de cada uno.

Otras veces se apoyan iniciativas que a veces van contra nuestros intereses pero que por algún tipo de dependencia se deben admitir.

En esos momentos, la libertad financiera deja de ser un capricho o una idea abstracta y se transforma en algo palpable y real.

Se trata de una posición en la que un individuo es más flexible para buscar opciones que se alineen mejor con lo que piensa o cree que es mejor.

Y confiere una de las cosas que denota más libertad a un individuo: su capacidad de decir NO.

En definitiva, con más independencia financiera las decisiones que tomemos serán más auténticas y menos basadas en intereses artificiales que solamente están legitimados por nuestra necesidad.

Veamos a continuación qué significa poder decir NO y cómo lograrlo.

Vamos allá.

La valentía de decir no

Decir NO es una actitud valiente hacia muchas cosas que se presentan en nuestra vida.

Podemos decir que NO a nuestro jefe si pensamos que lo que nos pide es inmoral; podemos decir no a pasar más tiempo en las redes sociales; podemos decir no a llevar una vida sedentaria; podemos decir no al azúcar, al tabaco, al alcohol, etc.

La lista es casi infinita y cada uno tiene su propia colección posible de noes.

Cuando decimos NO a algo estamos dejando de hacer algo por otra cosa y todo tiene su coste de oportunidad.

Lo que ocurre es que si tenemos esa capacidad, esa libertad, estamos reduciendo nuestro coste de oportunidad porque vamos a dejar de hacer algo menos valioso o peor para nosotros a cambio de algo que tiene más valor o impacto positivo a largo plazo.

Un juego necesario que entraña riesgos

Pero no nos engañemos, aunque es clave para el equilibrio personal, decir NO entraña riesgos.

Por ejemplo, si decimos que no estamos dispuestos a quedarnos hasta las siete de la tarde en la oficina calentando la silla porque tenemos críos pequeños y queremos estar con ellos, el riesgo de no promocionar en una empresa competitiva es muy cierto.

También puede ser que se reduzca nuestro salario y en un caso extremo que debamos de cambiar de empleo.

Esto puede afectar después al pago de una hipoteca, un coche, vacaciones…

Decir NO no es una cuestión gratuita, tiene consecuencias.

Pero resulta muy necesario para evitar vender nuestra tranquilidad vital.

Y entonces es cuando recordamos lo importante que es conseguir más grados de libertad financiera.

Si no los tenemos debemos atenernos a lo que nos toque o nos digan; si lo tenemos ya podemos decidir un poco más por nosotros mismos. La diferencia es abismal.

Otro ámbitos donde decir no

Existen otros ámbitos donde practicar el NO.

Por ejemplo, negarnos a estar sobreinformados limitando nuestra exposición a los medios y las redes sociales.

Mi teoría es que de las cosas importantes de verdad nos vamos a enterar antes de lo que pensamos, y que la información de calidad o necesaria para nuestras vidas es una fracción muy pequeña de toda la que se esparce a diario.

Más que esa información interesada, mercantilizada y empaquetada para nosotros me parece más interesante la información más próxima, la de nuestra comunidad o localidad.

Esto es así porque será la que más impactará en nuestra vida a diario y donde es posible que tengamos mayor capacidad de actuación.

Otro ámbito diferente donde me parece muy importante decir un NO bien grande es a las entidades financieras que van directamente contra nuestros intereses con comisiones excesivas o intereses abusivos.

De nuevo cuanta más independencia financiera tengamos menos dependeremos de sus préstamos y más flexibilidad tendremos para cambiar cuando lo consideremos necesario.

El colchón financiero

Hemos visto la importancia de decir no pero, ¿cómo saber si nuestra situación financiera nos lo permite?

Existe una forma de calcular lo que se ha dado en llamar F***U Money o dinero que nos otorga «tiempo de libertad financiera«; tiempo que en teoría podríamos estar sin cobrar ningún salario y vivir solamente de nuestros ahorros.

Esto sería nuestro colchón financiero.

Esta cantidad se calcula dividiendo nuestro patrimonio excluyendo la vivienda (que al fin y al cabo necesitamos sí o sí) por los gastos diarios, es decir, aquellos que necesitamos para vivir y restando los gastos discrecionales como viajes, ocio, restaurantes, etc.

La cantidad resultante serían los años de libertad financiera o tiempo de libertad financiera que tenemos por delante.

Imagina alguien quien tiene 100.000 euros invertidos en un fondo indexado y tiene unos gastos anuales de 20.000 euros.

Al hacer ese cálculo tendrá un colchón financiero o tiempo de libertad financiera de 5 años para poder encontrar otro trabajo si así lo desea, montar un negocio, reciclarse, ampliar su formación, etc.

Conclusión

Decir NO a muchas cosas no es un capricho.

Es la característica de todo aquel que tiene libertad para poder elegir y no depender de otros a la hora de actuar.

Esta característica conlleva mayor fuerza es las situaciones donde debemos hacer algo que no nos interesa/conviene a cambio de dinero.

Cuanto más ahorramos e invertimos conseguimos esa flexibilidad que nos hace mucho más fuertes ante la vida y nos abre posibilidades insospechadas.

Aunque al principio nos parezca imposible, poco a poco podemos ser testigos de cómo aumenta nuestro tiempo de libertad financiera.

Y aunque nunca dejemos de trabajar, saber que tenemos otras posibilidades lo cambia todo.

Un abrazo,

Inversor Novel



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