Claudio frente a la volatilidad

Creo que los romanos hubieran sido grandes inversores.

No me refiero a los estoicos, sino a un romano muy particular que gobernó Roma del año 41 al 54 d.C.

Me refiero a Tiberio Claudio Druso, o Claudio a secas.

Según la descripción que hace de él Robert Graves en su extraordinaria novela Yo, Claudio, este emperador supo navegar como nadie las envenenadas aguas de la corte imperial romana así como las intrigas en el seno de la dinastía Julio-Claudia, desde el reinado de Augusto hasta el de Calígula.

Intrigas palaciegas, ambición política, corrupción moral y decadencia del poder. Nada que no veamos a diario en pleno siglo XXI.

¿Pero qué le hacía tan especial?

Claudio resultaba en apariencia una persona débil y es percibido como intelectualmente limitado.

Pero esas características lo protegen ante las constantes amenazas y juegos de poder que están a la orden del día a su alrededor.

Se mantiene en un segundo plano, dedicado a la historia, la escritura y la reflexión, mostrando una forma distinta de poder basada en el conocimiento y la paciencia.

Claudio frente a la volatilidad del poder imperial

Claudio es un personaje que vive y sobrevive en un entorno altamente volátil, marcado por la inestabilidad del poder, las traiciones familiares y los cambios bruscos en la fortuna personal. A lo largo de la novela, Graves lo representa como una especie de constante silenciosa en medio del caos de Roma.

Gracias a su profunda inteligencia y control emocional va sorteando los vaivenes de esa volatilidad que se refleja a todos los niveles a su alrededor.

Volatilidad externa

Observamos una volatilidad externa (o del entorno) marcado por cambios repentinos de figuras dominantes en la corte imperial, de Augusto a Tiberio, luego Calígula, y finalmente Claudio.

También las alianzas que se establecen resultan frágiles y las lealtades se rompen con facilidad. Un día alguien es consejero del emperador, al siguiente está muerto.

Claudio observa cómo familiares y conocidos caen víctimas de conspiraciones, ejecuciones o exilios.

Volatilidad interna

Otra volatilidad podríamos decir que es interna, la que caracteriza al propio Claudio que gracias a su apariencia inofensiva consigue pasar desapercibido sorteando las intrigas y maquinaciones de personajes desequilibrados y sin escrúpulos.

Esa incertidumbre y volatilidad que se plasmaba a su alrededor también tuvo su influencia en él mismo. Aunque era tartamudo y percibido como un tonto por quienes le rodeaban, pasó de ser un marginado a la figura más importante del imperio.

El ascenso de Claudio al trono imperial, tras el asesinato de Calígula, es el giro más representativo de la imprevisibilidad del mundo que habita.

Lo que parecería imposible para un hombre marginado por su propia familia, se convierte en realidad gracias a una combinación de azar, supervivencia y falta de alternativas por parte de la guardia pretoriana.

Es precisamente en este momento cuando la estrategia de mantenerse al margen y sobrevivir cobra sentido: en un contexto volátil, la resistencia pasiva y la inteligencia prudente resultan ser las armas más efectivas.

Mientras que la mayoría eran presa de la impulsividad, la violencia o la ambición, Claudio aplicaba la paciencia, la observación atenta y el aprendizaje constante. Justo lo contrario.

Cómo habría invertido Claudio

No sabemos si Claudio fue o no un inversor pero su temperamento es justo el que necesitamos para navegar las aguas de los mercados volátiles.

La bolsa es cruel, como la corte imperial.

Es un sistema donde mucha gente pierde dinero porque no tiene paciencia o compra según impulsos y cantos de sirena buscando rentabilidades poco realistas.

Como decía el famoso inversor Benjamin Graham el mercado se comporta como un enfermo esquizofrénico. Un día está eufórico y al siguiente deprimido.

Para tratar con el enfermo que es seamos como Claudio y no caigamos víctimas de la avaricia, el miedo o la impulsividad. Ni nos hagamos los listos como muchos de quienes le rodeaban.

En el ámbito de la inversión hay muchos sabelotodos que no paran de comprar o vender según el comportamiento del mercado. Se llaman especuladores y la mayoría van perdiendo dinero por el camino.

Al contrario que ellos, estoy seguro de que Claudio hubiera sido un gran inversor pasivo, siguiendo la corriente al mercado en todo momento.

Dejemos que otros se dediquen a “intrigar” con sus especulaciones y pasemos desapercibidos dándole la razón con nuestra inversión automática en fondos indexados.

Conclusión

Lo que sucedía en la corte romana en tiempos de Claudio estaba totalmente fuera de control.

Claudio era consciente de ello y se mantenía al margen bajo esa apariencia débil e inofensiva.

Al invertir encontramos también mucha incertidumbre a nuestro alrededor.

El mercado oscila en poco tiempo como un loco y por ello resulta más necesario que nunca abstraernos y no entrar al trapo.

Reunir un temperamento similar al de Claudio invirtiendo de forma automática será una buena estrategia para mantener el rumbo.

Un abrazo,

Inversor Novel



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