Una inversión de miedo



Murciélagos, la luna llena y entre las tumbas un fondo de inversión que se acerca renqueante y amenazador con los brazos extendidos hacia nosotros.

De repente nos despertamos bañados en un sudor frío y con el miedo todavía en el cuerpo encendemos el ordenador…

Se confirman nuestros temores, toda nuestra inversión en rojo hemoglobina.

¿A quién no le ha pasado alguna vez por la cabeza cuál podría ser la peor inversión del mundo?

Aquella que te deja atrapado, perdiendo dinero a raudales y, lo peor de todo, sin escapatoria razonable durante muchos, muchos años.

En definitiva, una zancadilla a nuestra libertad financiera.

Sin embargo, también puede ser que seamos nosotros mismos los causantes de esta película de terror.

En la entrada de hoy voy a hablaros de la características que puede tener en mi opinión este tipo de inversión y la manera de conducir una inversión.

Quizás algunos lectores se sientan identificados ya que pueden ser víctimas de algo parecido.

Otros pueden estar todavía a tiempo de escapar de semejante terror financiero.

Finalmente, algunos solamente han oído hablar de ello…

Para todos quizás sea bueno recordar las características típicas de una inversión de Haloween.




Características de una inversión terrorífica



Estas características terroríficas de una inversión las he dividido en dos categorías, intrínsecas y extrínsecas.

En el primer caso son características propias del producto que estamos contratando, mientras que en el segundo están incluidos nuestros sesgos emocionales.


Factores de inversión terroríficos intrínsecos



Costes altos


Personalmente huyo de los costes elevados todo lo que puedo.

Creo que es un factor zombie que nos puede ayudar bastante para saber si nos acercamos a un terreno pantanoso donde sería mejor no entrar.

Efecto de los costes en una inversión que tiene un 8% de rentabilidad anual. En amarillo se aprecia el efecto de unos costes que, la verdad, asustan mucho.



Así, una comisión por encima de 1% ya me parece prohibitiva.

Si se trata de una inversión con costes por encima de 2%, creo que entonces estamos regalando dinero.

Y lo peor de todo en demasiadas ocasiones con posibilidades de no volver a verlo.



Elegir mal el fondo de inversión


Ahora se comprueba mejor que hace unos años nuestra capacidad para invertir en ciertos activos con mayor riesgo.

Sin embargo, una cosa es lo que ponemos es un test tranquilamente delante de una pantalla de ordenador, y otra, cómo en realidad nos puede afectar emocionalmente invertir en un producto con elevada volatilidad.

A pesar de que el fondo sea bueno, no todo el mundo está preparado para ver pérdidas de un 20% o más en la bolsa.

No obstante también puede ocurrir lo contrario, que seleccionemos un fondo que sea demasiado conservador para nuestras expectativas. Entonces estaremos perdiendo rentabilidad.




Publicidad excesiva


Creo que una inversión terrorífica no pasa desapercibida y podemos ver que sus anuncios aparecen por todas partes.

Esto no quiere decir que sea siempre así pero desde luego a mí, como inversor particular, me da muy mala espina.

Como los costes, vuelve a ser un indicio de que la película en algún momento puede tornarse en psicosis.

En muchas ocasiones está muy relacionado con las comisiones que soporta un fondo ya que estos sirven para sufragar la publicidad de las inversiones.

Por supuesto, como inversores no nos beneficiamos de nada.


Otros factores intrínsecos


Aquí podríamos incluir falta de transparencia, una rotación excesiva de la cartera que no se justifique por la rentabilidad y riesgo o también la falta de diversificación en el fondo de inversión.


Factores de inversión extrínsecos terroríficos



Además del terror que pueden causar esos factores intrínsecos de una inversión, hay otros factores que podemos llamar extrínsecos a la inversión (o emocionales) en los que nos metemos solitos nosotros mismos.

Vamos a ver algunos de ellos a continuación.




Más truco que trato


En lugar de aplicar una estrategia que pueda promediar los resultados como la estrategia del DCA, estamos invirtiendo todo de golpe cuando el valor liquidativo está por las nubes.

Pensamos, inocentes, que nuestra independencia financiera está a la vuelta de la esquina.

En realidad no sabemos cuándo invertir, estamos pegados a las noticias pendientes del próximo movimiento o tsunami de los mercados.

El “market timing” o intentar adelantarse a lo que hace la bolsa, muchas veces parece un truco del mercado para dejarnos más dinero en él.


Afán de perfeccionismo


Como decía Voltaire “lo mejor es enemigo de lo bueno”.

Al invertir, la perfección no existe, o al menos será muy difícil que nosotros, simples mortales, podamos alcanzarla.

Por ello, sería mejor huir de cualquier posibilidad de buscar el momento o el precio óptimos.

Esa manera de invertir solamente nos puede llevar a precipitarnos hacia la tumba o bien a quedarnos inmóviles y perder una oportunidad.




Analfabetismo financiero


La falta de educación financiera puede tener también consecuencias terroríficas.

Adquirir cierta cultura financiera podía ser más o menos difícil de conseguir en el pasado.

Sin embargo, ahora con la cantidad información de calidad que tenemos a nuestra disposición es más sencillo.

Hay blogs, vídeos, cursos y muchísimos libros que nos pueden ayudar a mejorar nuestras finanzas.

Si vamos a la oficina del banco, a un portal de inversión o aplicación de trading sin saber ciertas cosas, las posibilidades de meter la pata pueden aumentar considerablemente. Podemos terminar perdiendo dinero ¡incluso sin saberlo!

A veces me sorprende la cantidad de cosas que desconocemos por falta de tiempo o interés.

Con demasiada frecuencia preferimos delegar los resultados al azar.




No mantener lo que ya sabemos


Pensamos que cuando hemos aprendido algo ya no lo vamos a olvidar nunca. Por desgracia eso no es así.

Aunque es normal, conviene que intentemos mantener una educación continua para que nuestra inversión sea consistente a lo largo del tiempo.

De otra manera, corremos el riesgo de dejar nuestra inversión a la deriva.

Puede ocurrir que con el tiempo no recordemos las razones que nos llevaron a invertir en una determinada empresa o con una estrategia concreta.




Invertir sin fondo de emergencia


En este caso lo que ocurre es que no creamos un fondo de emergencia.

Si no creamos este fondo, ante cracs o caídas de la bolsa nos podemos quedar atrapados ante una urgencia o necesidad de diverso tipo.

Es mejor ahorrar y crear una especie de salvavidas financiero mientras podemos.


Pedir dinero prestado para invertir


Otra variante todavía más espeluznante es la de aquellos que piden dinero prestado para invertir.

Al bajar la bolsa no solamente pueden perder el dinero invertido sino también el capital que han pedido prestado.




Saltar de una inversión a otra


Esta es una manera que tenemos de perder dinero casi seguro.

Vemos que perdemos dinero y enseguida vendemos o compramos justo antes de que todo caiga.

Mientras tanto, de salto en salto, de flor en flor, vamos pagando comisiones por el camino que, como fantasmas, nos restan rentabilidad silenciosamente…




Seguir las modas


Este punto está también muy relacionado con el anterior y con el perfeccionismo.

Buscando la mejor opción para invertir, vamos saltando de un activo a otro sin un análisis previo y sin planificar.

Así, nos vamos dejando llevar por las noticias, las corrientes de la mayoría y el gurú de turno.

Esta actividad es bastante terrorífica aunque no lo parezca.




Creer que sabemos más que el mercado


A veces nos podemos creer muy listos y creemos que sabemos lo que va a ocurrir.

Nuestro ego es demasiado grande y entonces nos podemos encontrar en estas dos situaciones:

Nos confiamos demasiado y destinamos a invertir más de lo que deberíamos. Así, utilizamos nuestro fondo de emergencia para comprar más acciones o participaciones.

Esto ocurre con frecuencia cuando vemos que la bolsa sube y la codicia se apodera de nuestras emociones.

– La segunda posibilidad es que desconfiamos mucho de lo que ocurre a nuestro alrededor. En realidad, tenemos miedo de que la bolsa caiga en picado y pensamos que todavía puede caer más.

Entonces esperamos sin realizar ninguna compra, y esperamos, y esperamos…

Lo que ocurre con esto es que tiene un coste de oportunidad ya que con frecuencia durante ese tiempo en el que no estamos invertidos, perdemos rentabilidad a largo plazo.




Conclusión



Estos factores que hemos visto no son ni mucho menos una lista cerrada.

Por desgracia hay muchos más.

En cualquier caso, todos ellos pueden hacernos pasar muy malos ratos como inversores.

Sin embargo, si los evitamos creo que podemos tener éxito a la hora de invertir a largo plazo e incluso disfrutar viendo cómo poco a poco vamos consiguiendo buenos resultados.

Para ello es esencial adquirir cultura financiera. El analfabetismo actual no se debe a la falta de información sino a las ganas y disposición que tenemos para aprender nuevas cosas.

¡Hasta pronto!

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Imagen destacada: de 3D Animation Production Company en Pixabay

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