Los Cuatro Errores de Inversión de Isaac Newton

«Puedo calcular el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de la gente»

Isaac Newton



¡Hola Inversores!

Existe una creencia bastante generalizada según la cual para invertir es necesario ser un experto financiero con ciertas dotes matemáticas y una notable inteligencia financiera.

Sin embargo, esto no es así y de hecho está bastante lejos de la realidad como nos muestra la historia de uno de los científicos más importantes de todos los tiempos, Isaac Newton.

A la hora de invertir fue víctima de la especulación en el mercado y de sus propias emociones hace casi 300 años. Lo que nos enseña esta historia es que entre las principales características que debe tener un inversor, no es una especial habilidad matemática sino el hecho de poder controlar sus emociones y actuar (o no) en consecuencia.




Isaac Newton

Antes de nada, unas breves pinceladas del personaje.

Isaac Newton nació el día de Navidad de 1642 en Woolsthorpe, una pequeña aldea al norte de Londres. A la temprana edad de 25 años ya era un reputado científico, estudiando teología en el Trinity College de la Universidad de Cambridge.

En 1687, a los 45 años de edad publicó su obra cumbre, los Philosophiæ naturalis principia mathematica que sería la base de la ciencia moderna. Aunque le conocemos en sus facetas de matemático, físico y astrónomo también desarrolló diversas actividades como jurista, político y teólogo.

Fue coetáneo de otros reputados científicos de la época como el alemán Gottfried Wilhelm Leibniz y el también inglés Robert Hooke con los que tuvo conocidas diferencias y disputas.

En el año 1696 se traslada a Londres, ciudad que está viviendo en ese momento una auténtica fiebre inversora y de negocios cuyo desarrollo se extiende todavía más rápido gracias a la reciente aparición de un nuevo medio de comunicación, el periódico.

Una faceta muy poco conocida de Newton es aquella relacionada con la economía y las finanzas. Así, uno de los capítulos que pasan más desapercibidos de la vida de Newton es que, hacia 1699, fue propuesto como director de la Real Casa de la Moneda. Este puesto lo ocupó durante el resto de su vida y estaba por cierto muy bien remunerado, lo que le permitió ganar una importante suma de dinero.

Como podemos ver, Newton no era ajeno a los asuntos económicos y de hecho trabajó de manera muy activa en este ámbito siendo unos de sus logros proponer la utilización del oro como patrón monetario.


La Compañía de los Mares del Sur

Hacia el año 1720 el genio matemático decide invertir parte de su dinero ahorrado en una compañía muy célebre en ese momento, la Compañía de los Mares del Sur (South Seas Company).
Esta empresa fue creada con el fin de obtener unos elevados beneficios a través del monopolio del comercio con varios puertos situados en Chile y Perú que España ofrecería como un gesto de buena voluntad para concluir la contienda que por entonces libraba con Inglaterra.

La perspectiva de un monopolio en el comercio en lugares tan ricos en oro y plata rápidamente hizo que mucha gente se interesara por esta compañía que a su vez intercambiaba sus acciones por deuda del gobierno inglés. Esta deuda en aquellos años era muy elevada como resultado de la guerra que se libraba con España.

En cualquier caso, la promesa de abrir esos puertos para el comercio inglés era sin duda un importante reclamo para miles de personas. Desde el principio, la Compañía realizó una importante labor de marketing y de imagen, por ejemplo asignando como sede un lujoso inmueble en el centro de Londres. En cuanto a sus directivos ninguno realmente conocía cómo se comerciaba con el Nuevo Mundo y mientras, iban manipulando el valor de las acciones elevando su precio.

Sin embargo, hacia el año 1713 con la paz de Utrecht, durante las negociaciones, el rey de España, en aquellos años Felipe V, aseguró que solamente iba a autorizar el comercio de un barco al año. Esto junto a las enfermedades que azotaban a los esclavos y al torpe manejo del negocio llevó a que las ganancias de la Compañía resultaran muy decepcionantes (es decir, un profit warning de la época).

Para “arreglar” el asunto la Compañía compró todavía más deuda del gobierno y también el favor de destacados miembros del Parlamento a través de sobornos y regalos de acciones sobrevaloradas. De esta manera, a principios de 1720 el parlamento inglés finalmente aprobó la dudosa operación financiera cuando el precio de la acción era de 128 £.

El precio de la acción se disparó durante la primera mitad de ese mismo año y en junio la acción alcanzaba las 1.050 £. Sin embargo el “crash” no tardaría mucho en llegar. En septiembre la burbuja pinchó y a finales de año el precio de la acción volvía a 128 £. Muchas gente se arruinó y entre los afectados por las importantes pérdidas que tuvieron lugar estaba Isaac Newton.

Los Cuatro Errores de Inversión de Isaac Newton
Precio de las acciones de la Compañía de los Mares del Sur, 1719-1722. Adaptado de Larry Neal, The Rise of Financial Capitalism (Cambridge University Press, 1990)

Los cuatro errores de inversión de Newton

Como ya señalaba el eminente economista inglés John Maynard Keynes en el tercer centenario de la muerte de Newton, el genio matemático tuvo mucho éxito invirtiendo en la bolsa y en fondos de inversión, de hecho murió rico a los 84 años de edad.

Sin embargo durante su larga vida también tuvo tiempo de cometer cuatro tremendos errores de inversión como vamos a ver a continuación.

1. Invertir en una empresa que no entendía

A pesar de tener conocimientos en finanzas como demuestra su trabajo como director de las Casa de la moneda y de conocer la bolsa de valores de su tiempo, Newton no era un experto en comercio internacional y probablemente desconocía los peligros que conllevaba esa inversión. A todo eso habría que sumar todas las irregularidades en las que la Compañía estaba inmersa.

2.  Comprar cuando el precio es demasiado alto

Si nos fijamos en la figura de arriba, hacia 1720, Newton compra algunas acciones de la Compañía de los mares del Sur, eso sí, no muchas. Al poco tiempo vende muy satisfecho con las ganancias que ha obtenido en esta inversión. Sin embargo, mientras tanto, el precio de las acciones no deja de subir y subir como la espuma.

No nos cuesta demasiado imaginar cómo se enriquecían por días los amigos y conocidos de Newton que también hubieran comprado y mantenido esas acciones. Así el segundo error no tardaría en llegar.

Puede que viendo que se estaba perdiendo una oportunidad de inversión fabulosa que desafiaba su ley de la gravedad, Newton se dejara llevar por el mercado y decidiera comprar acciones cuando estas estaban realmente caras, justo antes de pinchar la burbuja. Esto resultó ser un gran error de inversión.

3.  Invertir demasiado de golpe

El siguiente error consistió en comprar una cantidad mayor de acciones que la vez anterior y de golpe, cuando su precio había subido mucho. De esta manera perdía el margen de seguridad en caso de caída ya que todo lo había invertido con el precio más elevado y en realidad ya no había mucho recorrido para una subida mayor. De hecho, al poco tiempo vería como los precios empezaban a darse la vuelta y caer en picado, todo durante el mismo año.

4.  Vender cuando el precio es demasiado bajo

El cuarto error fue que en lugar de volver a vender enseguida -algo que le habría ahorrado algo de dinero- solamente llegó a vender cuando el precio de las acciones se encontraba ya por los suelos y por tanto perdiendo casi todo lo que había invertido.


Conclusión

Este pasaje en la vida de Newton es muy aleccionador para cualquier inversor actual. En realidad poco o nada han cambiado las cosas y las personas desde entonces.

A día de hoy, después de 300 años, todavía seguimos viendo cómo siguen ocurriendo movimientos similares en los mercados con las mismas burbujas, pinchazos de burbujas, recesiones, etc. y cómo a la hora de invertir se sigue perdiendo dinero por los mismos errores.

En cualquier caso, podemos aprender que no se trata de una inteligencia extraordinaria o genio matemático lo que necesitamos a la hora de invertir sino controlar nuestras propias emociones con disciplina y constancia.

Después de todo, quién sabe si la manzana de su leyenda representaba en realidad el precio de una acción de la Compañía de los Mares del Sur y el árbol de la que cae no era más que el mercado británico allá por el año 1720…

Fuentes de la información empleada en este artículo



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