Elogio a la procrastinación: por qué no hacer nada es importante



En el artículo de hoy voy a hablar de la procrastinación.

Hoy en día en nuestra sociedad sobrevaloramos la actividad como si el hecho de hacer algo fuera a mejorarlo automáticamente. Tendemos a la ultractividad.

Sin embargo, de manera completamente ingenua muchas veces la acción bienintencionada provoca efectos nocivos o indeseados.

Esto ocurre en diferentes ámbitos de la vida: la salud, la política, la ecología o incluso la planificación urbanística.

La última tendencia parece que nos sugiere pero en realidad nos dicta lo que debemos hacer, por ejemplo aprovechar el tiempo o salir de nuestra zona de confort.

Pero muchas veces este frenesí de actividad lo único que hace es precipitarnos al desastre ya sea económico, social o ecológico.

Todo este afán de velocidad y actividad se traslada también a nuestras finanzas personales, particularmente a nuestras inversiones.

En este artículo voy a hacer mi pequeño homenaje a la procrastinación, esa palabra tan denostada y con tantas “erres”.

Veremos por qué el no hacer nada en el ámbito de las finanzas puede traer consigo más beneficios que efectos negativos.



Qué es la procrastinación

Procrastinar significa dejar de hacer, postergar o posponer actividades importantes para más adelante.

Es decir, vamos aplazando una actividad que nos resulta incómoda o desagradable pero que sabemos que es importante.

Aquí entramos en un mundo muy subjetivo ya que lo que es importante para una persona puede no serlo para otra.

También para uno mismo hay cosas que son importantes en un momento y dejan de serlo en otro momento diferente.

En cualquier caso para este artículo vamos a tratar la procrastinación como sinónimo de no hacer nada, dejando de efectuar una actividad en el ámbito de la inversión: comprar, vender, cambiarse de bróker, etc.


Ventajas de la procrastinación en nuestras finanzas personales

Normalmente al hablar de finanzas personales se habla mucho de hacer cosas: que si hacer presupuestos, que si apuntar gastos, que si invertir en esto o aquello.

Sin embargo se habla poco de no hacer nada y su valor.

Con más frecuencia de lo que pensamos la inactividad puede traer más beneficios que inconvenientes.



No hacer cosas que no entendemos

El caso más sencillo de ellos es el de no hacer nada para empezar a invertir en algo que no entendemos y que promete elevadas rentabilidades.

Por ejemplo, no hacer trading intradía es algo que nos puede ahorrar tiempo y muchos disgustos.



Dejar de comprar compulsivamente

Otra forma en la que no hacer nada con mayúsculas es muy ventajoso se manifiesta cuando dejamos de utilizar la tarjeta de crédito para comprar.

O simplemente dejamos de comprar compulsivamente cosas que, si lo pensamos bien, no necesitamos en absoluto.

Son formas de procrastinar excelentes.



Evitar cambios innecesarios

Si nos adentramos en las inversiones, una tercera manera que nos puede ahorrar mucho dinero es la de no estar cambiando de acciones o fondos cada poco tiempo.

Esto se traduce en un ahorro de comisiones que solamente favorecen a los bancos o brókers. Están deseando que cambiemos a la última tendencia de inversión pero esto más veces de lo que creemos va en contra nuestra.



Evitar vender en el peor momento

También a la hora de invertir, otra ventaja de la procrastinación es que evitamos vender en el peor momento durante una caída de la bolsa.

O compramos más de lo planeado cuando la bolsa sube mucho. Además, si nuestra inversión de golpe va seguida de un crac bursátil seguramente no tengamos ganas de volver a poner un céntimo más para invertir lo que nos resta de vida.



Aprovechar mejor el tiempo

Una quinta ventaja es que no hacer nada, procrastinar, nos permite dejar tiempo para dedicarlo a otras cosas seguramente más provechosas: estar más tiempo con nuestra familia, montar un negocio, ir de vacaciones, etc.


Enemigos de la procrastinación

A continuación vamos a ver algunos factores que se pueden interponer en nuestro camino hacia una inactividad saludable.


Factores externos

Sin embargo no hacer nada es paradójicamente una tarea realmente difícil.

Al principio requiere cierta fuerza de voluntad y navegar contra corriente.

Hay infinidad de factores externos que pondrán palos en las ruedas constantemente.

Si nos asomarnos a las redes sociales observamos el temor a perderse la última tendencia en inversión (el llamado FOMO por sus siglas en inglés “fear of missing out”). Un ejemplo reciente es el bitcoin y otras criptomonedas.



Existe el peligro de dejarse arrastrar por el rebaño haciendo lo que los demás hacen, en lugar de procrastinar.

De esta manera corremos el riesgo de invertir en empresas cuyo negocio no entendemos y en nuestro fuero interno tampoco nos importa entender.

Solamente nos interesan porque han tenido buena rentabilidad en el pasado, están de moda o las recomienda el gurú de turno en Internet.

Compramos y luego a los meses, semanas e incluso días vemos que esa inversión no va con nosotros o no cumple nuestras expectativas. Entonces saltamos a otra cosa. Y así sin parar, en lugar de procrastinar.

De esta manera vamos dejando un rastro de comisiones, rentabilidades perdidas y lo peor de todo, tiempo malgastado.


Factores intrínsecos

A pesar de todos los factores externos que nos empujan a no parar de hacer cosas creo que el problema, el gordo de verdad, está en nosotros mismos. Al final somos los responsables últimos de nuestras inversiones, nadie nos empuja a invertir en tal o cual empresa o fondo.

El afán perfeccionista de tener la cartera perfectamente rebalanceada, con las mejores empresas o fondos de inversión y que suene como una orquesta sinfónica es lo que muchas veces puede provocar desvelos, inseguridades y al final errores que nos cuestan dinero.

También encontrar la búsqueda (y eterna espera) del mejor momento para invertir es una quimera que solamente se cumple en nuestros sueños.

Eso hace que perdamos el tren del interés compuesto olvidando que el tiempo que estemos invertidos es fundamental.

Otro factor intrínseco se manifiesta al consumir cuando compramos cosas que no necesitamos sometidos al efecto Diderot.

Al final somos nosotros quienes deberíamos estar alerta para intentar limitar tanta actividad que puede socavar nuestras finanzas.


Algunas soluciones para mejorar la procrastinación

Para alcanzar la excelencia en la procrastinación a continuación propongo algunas ideas.


Evitar noticias y redes sociales

En este caso se trata de huir de la sobreexposición a los informativos, redes sociales y otros medios de comunicación.

Se trata de estar informados, no sobreinformados.

Gran parte del tiempo lo dedican a bombardear con noticias negativas o sesgadas que infunden miedo.

Esto crea un estado anímico muy desfavorable para invertir donde un mínimo de confianza y optimismo en el futuro es necesario para seguir adelante.

Ante un crash bursátil, si no estamos correctamente mentalizados y tenemos un mínimo de educación financiera, es muy fácil actuar llevados por el pánico.

Las redes sociales tampoco son el mejor sitio al que acudir si queremos procrastinar con maestría. Nos podemos encontrar ideas maravillosas pero también llamadas a la acción realmente nefastas.


Aportaciones automáticas

He hablado mucho de las aportaciones automáticas en el blog pero no deja de ser algo muy simple y a cambio aporta muchos beneficios.

De nuevo sin hacer nada de nada.

Simplemente asignando una cantidad fija al mes y listo. ¿Te vas de vacaciones? pues ahí está la aportación, ¿que baja la bolsa? entonces compras más barato, ¿que sube? pues no pasa nada porque al final la rentabilidad se va promediando, etc.

Además, las aportaciones periódicas eliminan el ruido de nuestras emociones al invertir. Simplemente no hacemos nada y dejamos que el mercado siga su curso.

No sabemos nada de lo que pasará, por eso nada hacemos.

Simplemente ahorramos e invertimos de forma consistente mes tras mes. Mientras tanto invertimos en índices con grandes empresas y bien diversificados, suficiente.


Invertir en fondos indexados

Los fondos indexados tienen muchas ventajas.

Una de ellas es que permite invertir sin prácticamente hacer nada. Sin preocuparse sobre qué empresas seguir, sin necesidad de estudiar balances ni beneficios, etc.

Además, si invertimos en fondos de acumulación, entonces los dividendos se reinvierten automáticamente.

Todo eso es tiempo que se gana a cambio de procrastinar.

Para mí el tiempo es fundamental y por eso me gusta esta forma de invertir. Esto me permite sacar más tiempo para hacer otras cosas.


Buscar un hobby

Para procrastinar activamente una buena opción puede ser buscar una actividad o entretenimiento que nos oxigene del ruido diario de la actividad excesiva.



Si encontramos una actividad que nos apasione de verdad seguramente evitaremos obsesionarnos con nuestras inversiones.

De esta manera es más sencillo evitar acciones que nos perjudiquen y seguir el rumbo. Esta solución combinada con las aportaciones periódicas es muy efectiva.


Procrastinar no es olvidarnos de nuestra inversión

Pero ojo, podemos cometer un error pensando que procrastinar es lo mismo que olvidarnos de nuestras inversiones y finanzas personales.

De ninguna manera, eso solamente sería irnos al otro extremo.

Debemos invertir procrastinando pero de manera responsable.

Para ello podemos seguir la evolución de nuestro ahorro e inversión periódicamente, por ejemplo una vez a la semana aunque una vez al mes debería ser suficiente.

Por otro lado, hacer un seguimiento de la cartera de una manera más relajada facilita la toma de decisiones. Eso evita cometer errores debidos a emociones como el miedo o la avaricia.

También si estamos pendientes de nuestra cartera podemos reconocer el mejor momento para modificar nuestra asignación de activos y rebalancear.


Conclusión

En nuestras finanzas personales con frecuencia subestimamos el poder de dejar que las cosas sigan su curso.

Esto no es fácil desde luego ya que estamos inmersos en la sociedad donde hacer algo sea para bien o para mal y sin calcular las consecuencias es la norma.

Sin embargo, un exceso de actividad como hemos visto puede llevarnos a cometer errores o en el mejor de los casos a perder nuestro tiempo.

Para contrarrestarlo una dosis extra de procrastinación puede beneficiar mucho a nuestras finanzas.

Además no olvidemos que demasiada actividad con frecuencia nos aleja de lo verdaderamente importante y como decía John Lennon “la vida es lo que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes”.

Hasta pronto

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Imagen destacada: Imagen de Pexels en Pixabay


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