Nos dicen a menudo que empecemos a invertir pronto como si fuera un consejo más.
Nos dicen que es la mejor manera de aprovechar el interés compuesto.
Y es verdad, lo que ocurre es que no vemos la magnitud de los números hasta que no hacemos las cuentas por nosotros mismos o alguien nos lo muestra.
Este artículo no es el primero que escribo sobre la importancia de invertir pronto aunque en esta ocasión quería poner algunos números para demostrar mejor cómo el tiempo es nuestro activo más preciado.
Para ello he tomado las historias de Eva y Mateo, quienes fueron compañeros de clase en el instituto y se reencuentran unos años más tarde.
Vamos allá.
Dos trayectorias de inversión y dos destinos
El primer protagonista de esta historia es Eva quien empieza a trabajar a los 25 años con un sueldo de 2.000 euros. Tiene una tasa de ahorro mensual del 25%, es decir, ahorra cada mes 400 euros o 4.800 euros al año. Tiene buena educación financiera por lo que decide destinar ese dinero a un fondo indexado que tiene una rentabilidad histórica del 7%.
Eva dejará de invertir a los 35. A esa edad permitirá que sus ahorros crezcan solos y vayan componiendo con el tiempo. Asumiendo ese interés del 7%, cuando cumpla 65 años tendrá 576.000 € aunque de esa cantidad solamente habrá puesto 52.800€ directamente de su ahorro, el resto serán intereses.
Por otro lado tenemos a Mateo quien no se fía nada de la bolsa, las acciones y la inversión en general. Después de años sin verse Mateo y Eva quedan para tomar un café en el centro de Madrid. Durante la conversación y casi por casualidad sale a relucir el tema de la inversión. Eva le desvela cuál es su estrategia sencilla de inversión y cómo ha evolucionado durante varios años.
Tras escucharla y pasados unos días, Mateo piensa que ha esperado demasiado y decide destinar ese mismo dinero a invertir. Lo que ocurre es que él empieza mucho más tarde, a los 40 años. La cantidad que Mateo destinará a invertir hasta los 65 años será de casi 125.000€. Con un 7% de rentabilidad media durante esos años su inversión total será de 329.000€ cuando se retire.
A pesar de haber invertido más dinero (2,5 veces más) y durante más tiempo (2,5 veces más), Mateo se retirará con 247.000 menos que Eva.
Eva | Mateo | |
Cuándo empieza (edad) | 25 | 40 |
Cuándo termina (edad) | 35 | 65 |
Dinero ahorrado € | 52.800 | 125.000 |
Balance total € | 576.000 | 329.000 |
Esto se debe a que Eva dejó su inversión durante una década y media más (y antes) que Mateo haciendo que la bola de nieve del interés compuesto tuviera más recorrido.
Ahora bien, no es necesario que Eva deje de invertir a los 35; es una opción como cualquier otra. Imaginemos que continuara invirtiendo esos 400€ mensuales cada mes hasta el momento de jubilarse.
Pues bien, en ese caso Eva habrá destinado a la inversión 196.800€, o 70.000 más que Mateo pero llegará a tener 1 millón de euros, tres veces más que lo obtenido por Mateo a la misma edad.
Conclusión
Esta breve historia de Eva y Mateo ilustra muy bien el efecto del interés compuesto en nuestra inversión y cómo es el tiempo más que el dinero que destinamos a ahorrar el que dictará nuestro éxito inversor.
Si eres joven tienes la herramienta de inversión más poderosa que existe en tus manos: el tiempo.
Si ya tienes cierta edad no podemos viajar atrás al pasado pero no todo está perdido. En este caso, intentar aumentar la tasa de ahorro y un poco más de planificación son la mejor receta para seguir el rumbo.
Un abrazo,
Inversor Novel
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