Ahora que nos adentramos inexorablemente en un nuevo año muchas personas y empresas recapitulan y hacen planes para el futuro.
También los gurús hacen sus apuestas sobre lo que deparará el mercado en un año donde la incertidumbre será (como siempre) la protagonista una vez más.
Algunos sacarán gráficas de los años pasados donde el mercado se ha comportado tan bien como estos dos últimos años; o se harán cálculos de las posibilidades de que vuelva a suceder lo mismo.
Por eso, por lo que pueda suceder, en este artículo voy a hablar del futuro y cómo podemos prevenir resultados desastrosos.
Vamos allá.
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El Oráculo de Kattegat
Una serie de ficción que disfruté mucho en su momento fue Vikingos de Michael Hirst.
En algunos de sus episodios aparece un personaje siniestro e inquietante, el Oráculo de Kattegat, que representa a un vidente que puede comunicarse con los dioses, responder preguntas sobre el futuro e incluso adivinar el destino de cada uno.
La verdad es que este personaje realizaba unas predicciones terribles, lo peor de lo peor, desde traiciones hasta muertes de seres queridos, invasiones y todo de lo peor.
Confieso que si tuviera a un vidente así a mi lado cada vez que fuera a invertir creo que nunca lo haría.
Sin embargo, la idea de ponernos ante casos terribles no tiene por qué ser tan mala.
De hecho creo que conlleva dos ventajas muy importantes.
La primera de ellas es que nos permite prepararnos mejor ante la incertidumbre del futuro.
La segunda es que si los resultados son mucho mejores (como por ejemplo lo que fue para el mercado bursátil el año 2024) entonces la sorpresa es bastante agradable.
Por lo demás, existe una técnica muy peculiar que podemos utilizar para adelantarnos al futuro como si fuéramos un oráculo de Kattegat.
La noción premortem
Para afrontar mejor lo que no deparará el futuro quizá sea bueno que tengamos en cuenta la noción de un análisis premortem, una estrategia acuñada por el psicólogo estadounidense Gary Klein que nos puede ayudar a identificar los flancos más débiles de nuestra inversión reduciendo algunos sesgos emocionales.
Con este concepto proyectamos un resultado muy malo en el futuro y nos preguntamos por qué esta decisión resultó ser un desastre.
Buscamos la solución antes de tener el problema sobre la mesa.
De esta manera estamos haciendo frente a nuestros propios sesgos cognitivos que tantas veces nos fallan.
Esto reduce nuestro exceso de confianza a la hora de invertir y aunque se ha aplicado más que nada en el campo empresarial quizás sea bueno aplicarlo en la inversión así como en otras áreas de nuestra vida.
Para qué seguir invirtiendo
Otra idea que nos puede surgir cuando queremos adelantar acontecimientos es la de para qué estamos invirtiendo.
Aunque parece una pregunta ingenua, encierra su trampa.
Muchos dirán que para conseguir buenas rentabilidades y asegurarnos un futuro mejor.
Eso está bien, pero no es suficiente.
Cuanto más granular sea la respuesta a esta inocente pregunta, mucho mejor.
Por ejemplo, deberíamos ser capaces de tener una idea precisa de cuánto dinero es suficiente para cubrir nuestros gastos, tanto los necesarios como los discrecionales.
Si no sabemos exactamente lo que gastamos y en qué lo gastamos no vamos a saber nuestro número de libertad financiera o la cantidad que sobrepasada, nos permite ser libres financieros.
Por ello siempre insisto en que el primer paso es apuntar gastos, sin olvidar los más pequeños, como decía Benjamin Graham “Cuida de los pequeños gastos, un pequeño agujero hunde un barco«.
Pero tampoco nos podemos quedar ahí.
Si invertimos para la independencia financiera debemos encontrar una buena forma de poner a trabajar nuestro dinero.
En mi opinión, ya sabéis, las más efectiva es la inversión automática: con fondos indexados y la estrategia del Dollar Cost Averaging a largo plazo.
Cómo prepararnos para lo peor
Para prepararnos para lo peor tenemos multitud de opciones, pero una de ellas nunca será dejar nuestro dinero improductivo debajo del colchón.
Un fondo de emergencia es la respuesta al oráculo de Kattegart que a veces nos acompaña o se cruza en nuestro camino en la forma de predicciones sombrías de algunos gurús financieros.
Sea bueno o sea malo este año siempre será prudente tener un buen fondo de emergencia equivalente a 6-12 meses de gastos.
Otro aspecto es nuestra colocación de activos.
Una proporción con las que nos sintamos cómodos entre acciones y bonos será una forma de que nuestra economía sea más resiliente a los vaivenes que sufrirá el mercado.
Y por último, algo en lo que no dejo de insistir: formarnos mejor… Leer libros, blogs o escuchar podcasts, acudir a seminarios, cursos… las posibilidades son infinitas.
Lo importante es que configuremos un criterio propio que nos proporcione las mejores armas para enfrentar el futuro con confianza.
Si no somos capaces de realizar nuestras propias investigaciones estaremos perdidos y a merced de lo que diga cualquier gurú de turno.
Conclusión
Adelantarnos a los acontecimientos y evitar desastres financieros debería ser una de nuestras prioridades como inversores.
Como decía Morgan Housel “la parte más importante de un plan es aquella que planifique para cuando el plan no vaya según lo planificado»…. Y es que no podemos pensar que el futuro deparará siempre años con rentabilidades de dos dígitos.
Ya lo hemos visto en otras ocasiones cómo el mercado se desmorona de una semana a otra; algo que se puede repetir en cualquier momento.
Mientras tanto es importante disfrutar de nuestro viaje a la vez que dejamos a nuestra inversión hacer el trabajo sucio por nosotros en segundo plano.
Seamos optimistas racionales más que pesimistas abnegados.
Un abrazo.
Inversor Novel
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